viernes, 28 de febrero de 2014

no me digas que no...

Antes de empezar me gustaría pedirte una cosa muy importante... ¡NO pienses en una VACA VERDE!
Ahora..., ¿en qué estás pensando?... ¿Probablemente en una vaca verde?.  Imposible no ver la vaca verde, ¿¿verdad??
Esta técnica se conoce como psicología inversa y fue desarrollada por Viktor Frankl, que solía preguntar a sus pacientes más inestables o más problemáticos: “¿Por qué no se suicida usted?”. En ese momento las personas se lo imaginaban y encontraban una razón para no hacerlo, y a partir de esa razón empezaba a trabajar Frankl. 


Esta técnica pretende conseguir un cambio en la otra persona haciéndole creer que quieres que haga algo que en realidad no quieres. El éxito se encuentra en lo que se llama resistencia psicológica. Esta resistencia la definimos como la dificultad que tenemos para hacer algo a lo que nos obligan o que nos piden y sentimos que hacerlo afecta a nuestra libertad, capacidad de decisión o autonomía.
Como resultado a esta resistencia las personas tienden a hacer lo contrario a lo que se les dice, simplemente para demostrar que son libres para elegir, autónomos en la decisión y capaces de tomar su propio camino.
Por supuesto que es una técnica que no funciona siempre y que en el fondo es más o menos criticable por tratarse de una técnica de manipulación. Sin embargo hay mucha gente que la utiliza con niños y adultos y creo que puede ser útil y curioso conocer algunos ejemplos para saber cómo funciona.
Algunas personas simplemente no responden a ella. Y las personas que sí lo hacen son en su mayoría aquellas que odian que les digan qué hacer. Se preocupan más por la lucha de poder consigo mismos que en lo que les conviene hacer, como los hijos rebeldes.
En los niños podemos encontrar numerosos ejemplos como cuando no quieren comer "¿No lo quieres? Bueno, se lo come mamá entonces"... ¿y entonces qué pasa?... que los niños abren la boca casi inmediatamente.
Un buen ejemplo de la aplicación de la psicología inversa sería el siguiente: queremos que nuestro hijo/a pequeño/a lea y vea menos la televisión, podemos aplicar la psicología inversa, haciéndole creer que lo divertido es leer y que lo aburrido es ver la televisión: “si ves la televisión al menos una hora podrás leer dos páginas de este libro”. De esta forma, sólo le permitirás leer dos páginas de un cuento o libro si (y sólo si) está una hora delante de la televisión. El primer día pasará la hora y probablemente ni se acuerde del libro. Entonces vas y le dices “ya ha pasado la hora, ¡muy bien!, ya puedes leer dos páginas del libro… ¡pero sólo dos!”. El niño las leerá extrañado y, cuando las haya leído coges el libro y te lo llevas: “mañana, si ves una hora la televisión, podrás leer dos páginas más”.
Aquí tenéis un vídeo con un ejemplo muy sencillo de un padre utilizando la psicología inversa con su hijo...


Y tú… ¿has utilizado alguna vez la psicología inversa? 

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