lunes, 7 de marzo de 2016

¿y si le quitamos dramatismo a la vida?...

Hoy tengo una mala noticia para muchos: no podemos leer la mente de las personas que nos rodean. Vamos, nunca queramos entender cada pequeña acción que el otro lleva a cabo ni tampoco deberíamos sacar conclusiones precipitadas y erróneas. Si alguien no te ha respondido un mensaje de whatsapp no implica que no seas importante; si alguien está enfadado, no quiere decir que ya no nos quiera o que seamos los culpables. Muchas veces tendemos a creer que somos los responsables de las reacciones emocionales de los demás y aunque pueda ser verdad algunas veces, la mayor parte de las veces nada tenemos que ver. Así que cuando alguien, sea quien sea, se comporte de alguna forma que no nos guste, no asumamos de inmediato que fuimos los que provocamos esa situación, porque generalmente estaremos equivocados.

Estoy seguro que todos conocéis a algunos que piensan continuamente que toda va a salir mal, o que todo se está desmoronando cuando en realidad no es así. Esa gente que ve (y busca) los más mínimos detalles para convertir en pruebas claras de que todo es un completo desastre y así se convencen de que nunca encontraran a nadie que les quiera, que jamás aparecerá ese trabajo que desean o que pronto perderán el trabajo que tanto les costó conseguir porque se sienten incompetentes,...

Lo malo de esperar siempre lo peor de todo nos lleva a dos cosas:
1. A una angustia continua
2. Hacer que ese temor tan terrible se haga realidad (ver profecía autocumplida).

Cuando pensamos una y otra vez con un resultado, inconscientemente haremos todo lo posible para que se haga realidad, así que si tememos que alguien nos abandone, nos pondremos tan insoportables que al final pasará, o si nos da tanto miedo equivocarnos en vez de concentrarnos en lo que debemos de hacer, nuestra mente se dispersa y lógicamente al final nos equivocamos.

Darle demasiada importancia a cosas sin importancia es una enorme pérdida de tiempo. Si nos ensuciamos la ropa limpia por accidente, es mucho más útil cambiarnos lo antes posible en vez de perder diez minutos poniendo el grito en el cielo; si nos caemos es mejor levantarnos lo antes posible en vez de considerarnos unos torpes; si algo nos sale mal, es mejor buscar qué ha salido mal que decirnos continuamente que somos unos torpes... básicamente, centrémonos en las soluciones más que en los problemas.

Si sólo nos vamos fijando en todos los detalles irrelevantes, éstos pueden arruinarnos el día así que mejor cambiar de actitud de inmediato. Seguro que casi todos alguna vez hemos dicho eso de "desearía no haberme levantado de la cama hoy"... pues... ¿te imaginas no haberte podido levantar?... Que un par de cosas no hayan salido como queríamos no quiere decir que sea un día perdido. Lo malo es que cuando sucede el primer problema, ya nos ponemos a la defensiva y todo lo que sucede después lo veremos como un auténtico drama. Toma las cosas como son, algo es tan molesto como tú permites que sea, pasa por alto la primer cosa mala que te ocurra y verás como el resto del día va mucho mejor. Basta conque vayas con una actitud de enfado para que tu rutina se convierta en un infierno.

Si quieres ser más feliz, éste es uno de los secretos más importantes: ¡el drama no sirve absolutamente para nada! Toma el control de tu vida cuestionando aquellas cosas que te hacen sentir triste, seguro que comprenderás que muchísimas situaciones son mucho más inocentes de lo que crees. Date una oportunidad y dáselas a los demás también. Dile adiós al drama y aprende a sonreír más. La felicidad está en los detalles, y un cambio de perspectiva puede ser el comienzo de un cambio de vida... sonríe, reflexiona, actúa, vive, sé feliz.

AVANZA-EVOLUCIONA