jueves, 27 de marzo de 2014

y después del robo/accidente/muerte...

Cualquier acontecimiento traumático (un robo, un accidente, una muerte...) es desconcertante para todas las personas que se ven afectadas. Y para los niños lo es más aún. Pueden dejan de ver el mundo como un sitio seguro y predecible. Tienen miedo de que lo sucedido vuelva a ocurrir y de que ellos o su familia se hagan daño o mueran. Y el modo en que un padre o adulto reacciona ante un niño después de un acontecimiento traumático puede ayudar a que los niños se recuperen más rápido y de forma más completa.

Aunque a los adultos les puede parecer exagerados, el miedo y la ansiedad de los niños son muy reales. Los niños pueden tener miedo a lo desconocido o a quedarse solos. Después de un acontecimiento así, es posible que comiencen a actuar como si tuviesen menos edad de la que tienen, pueden reaparecer comportamientos que antes eran comunes como hacerse pipí por las noches, chuparse el dedo, no querer separarse de los padres o tenerle miedo a gente que no conocen... Y tal vez aparezcan problemas a la hora de ir a dormir: pueden tener pesadillas, no querer dormir solos, tener miedo a la oscuridad...

Algunos niños expresarán su miedo mediante síntomas físicos como dolores de estómago o de cabeza o sintiéndose "enfermos". Se pueden distraer con facilidad, sentirse confundidos y desorientados y tener dificultad para concentrarse. Es posible que el niño no sea consciente de las causas de estas reacciones o los cambios de comportamiento. La ansiedad y el miedo de los niños son reales.

Los niños de distintas edades reaccionan de forma distinta ante una situación traumática.

Del nacimiento a los 2 años. Al no poder hablar, los niños no pueden describir lo sucedido o sus
sentimientos, pero sí que pueden recordar determinadas imágenes, sonidos u olores. Cuando crecen, estos recuerdos pueden surgir cuando están jugando. Es posible que los bebés se irriten con más facilidad, lloren con más frecuencia y necesiten ser cogidos y abrazados continuamente.

Preescolar. Cuando la seguridad del mundo en que viven se ve amenazada, se sienten inseguros y tienen miedo. Y como los niños de esta edad no pueden entender el concepto de una perder algo para siempre creen que las consecuencias se pueden revertir. Cuando juegan, recrean partes del desastre una y otra vez, algo que es normal. Es necesario asegurar a los niños que se les cuidará y no se les abandonará, porque es su mayor miedo.

Edad escolar (7 a 11 años). Los niños de esta edad son capaces de entender el efecto permanente de una pérdida debida a un acontecimiento traumático. Se pueden preocupar por los detalles del desastre y pueden querer hablar sobre éste continuamente. Es posible que no se puedan concentrar en sus estudios y que sus notas bajen. Dado que son más maduros, lo que entienden del suceso es más completo y puede llevarles a tener distintas formas de reacciones: culpa, sentimientos de fracaso y enfado. Además, pueden volver a repetir comportamientos de una edad más temprana y pueden surgir problemas para dormir. La ansiedad y el miedo que sienten puede expresarse en un aumento en las quejas de dolores físicos.

Pre-adolescencia y adolescencia (12 a 18 años). Dentro de estas edades, los niños tienen una gran necesidad de demostrar a todo el mundo, y en particular a su familia y amigos, que tienen conocimientos y experiencia. Cuando pasan por una experiencia traumática, necesitan sentir que sus compañeros comparten sus ansiedades y miedos y que estos sentimientos son apropiados. La adolescencia es un período en el que los niños se vuelcan hacia el exterior para entrar al mundo. Sin embargo, una experiencia traumática puede dar la sensación de que el mundo no es seguro. Los adolescentes también pueden volver a comportamientos de una edad más temprana. Pueden sentirse abrumados por reacciones intensas y ser incapaces de hablar sobre estas reacciones con la familia.

Y... cómo podemos ayudar a los niños?
Rutinas. Mantener las rutinas de la familia (comidas, actividades, hora de dormir) lo más normal
posibles ayudará a niños de cualquier edad y también permite a los niños sentirse seguros y en control de la situación. Dentro de lo posible, los niños deben quedarse con las personas que sean más conocidas y con las que estén más cómodos.
Necesidades especiales. Acepta que ahora sus necesidades son un poco especiales y déjales depender un poco más de ti durante un tiempo. Si lo necesitan, dá más abrazos, deja que tengan la luz encendida cuando van a dormir o que no duerman solos.
Medios de comunicación. Después de un desastre, todas las personas quieren escuchar las últimas noticias sobre lo ocurrido. Sin embargo, los mensajes o imágenes inesperadas que aparecen en televisión asustan y causan la reaparición de problemas relacionados con el estrés y además, cualquier persona que ve la cobertura sobre el desastre puede convertirse en lo que se denomina una "víctima secundaria" y los niños más aún, así que es mejor no dejar que los niños vean esas informaciones en las noticias.
Sentimientos y reacciones. Los niños expresan sus sentimientos y reacciones de formas distintas y ésto significa que algunos niños reaccionarán alejándose sin poder hablar del asunto, mientras que otros se sentirán intensamente tristes y enfadados en algunos momentos mientras que en otros actuarán como si nada hubiese sucedido. Los niños suelen confundirse con respecto a lo ocurrido y a sus propios sentimientos, así que no se sorprenda si algunos niños parecen no verse afectados. No todos tienen reacciones inmediatas; algunos tienen reacciones que aparecen días, semanas y hasta meses después y algunos nunca tienen una reacción.
Hablar sobre lo ocurrido
• Escucha y acepta los sentimientos de los niños.
• Dá respuestas sinceras, simples y cortas a sus preguntas.
• Asegúrate que entienden tus respuestas.
• Usa palabras o frases que no confundan al niño ni hagan que el mundo sea más aterrador.
• Deja oportunidades a los niños para que hablen entre ellos sobre lo que pasó y cómo se sienten.
• Si los niños hacen la misma pregunta una y otra vez es porque están tratando de entender, tratando de encontrarle sentido a la interrupción y confusión en su mundo. Los niños más pequeños no entenderán que la muerte es permanente, así que las preguntas repetidas se deben a que esperan que todo vuelva a la normalidad.
• Si un niño se siente culpable, pídele que explique que pasó, puede ser que se sienta responsable por algo. Explícale la situación y recalca que nadie podría haber evitado lo ocurrido.
• Tranquiliza a los niños diciendo, “Ya está. Ahora haremos todo lo posible para mantenernos seguros y haremos que las cosas vuelvan a la normalidad”.
• Está atento para ver si los niños tienen preguntas y quieren hablar sobre el tema.
• Demuéstrales tu cariño y apoyo.

Cuándo solicitar ayuda de un profesional
La ayuda de un profesional es buena idea si el niño muestra alguno de estas conductas tres meses después del desastre:
• Problemas en la escuela con el comportamiento o los estudios.
• Explosiones de enojo.
• Aislamiento de las actividades sociales normales o del juego con otros niños.
• Pesadillas o problemas con el sueño frecuentes.
• Problemas físicos como náuseas, dolores de cabeza, pérdida o aumento de peso.
• Ansiedad intensa o comportamiento evasivo causado por recuerdos de lo que pasó.
• Depresión o una sensación de no tener esperanzas sobre la vida o el futuro.
• Problemas con el uso del alcohol o las drogas.
• Práctica de comportamientos peligrosos.
• Preocupación continua sobre lo que ocurrió hasta que se convierte en el centro principal de su vida.


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