martes, 19 de agosto de 2014

recordando El Club de los Poetas Muertos

Hace unos días una amiga escribió sobre el suicidio de Robin Williams, y éso me llevó a pensar en una de sus películas, una a la que atacaba y a la que le tengo cierto cariño: El Club de los Poetas Muertos.

Tenía quince años el día en que vi el Club de los Poetas Muertos. Por alguna razón, quizás entre otras porque era un poco raro y además de deportista me gustaba la poesía y la literatura, me fascinó esa película y me marcó más de lo que podría haber pensado en aquel momento. Un profesor que anima a sus estudiantes a enfrentarse a la norma, a poner en cuestión cómo se supone que deben ser las cosas, aquella actitud de subirse sobre la mesa para "cambiar la perspectiva", para atreverse a mirar al mundo de otra manera: aquello era la libertad. Y curiosamente (o quizás no), hoy en día, veinticinco años más tarde, hago aquello que aquel profesor pedía a sus alumnos y que tanto me fascinó: hacer que la gente mire las cosas de otra manera, plantearse lo establecido y hacer lo que te hace feliz.

Éstas son algunas de las frases que más me llamaron la atención de la película:
  • Carpe Diem. Aprovecha el momento.
  • No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (…). 
  • Sólo al soñar tenemos libertad, siempre fue así y siempre así será.
  • Coged las rosas mientras podáis, veloz el tiempo vuela. La misma flor que hoy admiráis, mañana estará muerta.

La película me hizo pensar que transgredir los límites no sólo era posible sino deseable. Comencé a expresar lo que pensaba con metáforas y gestos extraños, sabiendo que estaban fuera de lugar, a escribir de una forma distinta a cómo se esperaba que lo hiciera... No parecía difícil.
  • Oh, capitán, mi capitán... Oh, capitán, mi capitán…
Una vecina mía aún recordará esas palabras que una vez le dije y que me repetía cada vez que me veía... quizás sin saber de dónde venían... oh, capitán, mi capitán... 

A lo largo de los años he podido conocer a muchas personas que sintieron la misma fascinación que yo al ver el Club de los Poetas Muertos. Pero cuando alguien nombra una frase de la película, las miradas cómplices no consiguen disimular una sombra de escepticismo. A muchos la vida les ha enseñado que esa pasión por cambiar los esquemas es un elemento necesario pero no suficiente para ser libres...

Lo que nunca se dijo en aquella película es que no todo es posible sólo con desearlo. De esta parte se encargó la vida real, fue ella la que me enseñó que existían y existen muchas limitaciones (sociales, económicas, educativas...) que restringen nuestro margen de acción y que no desaparecen sólo por desearlo. No fue la película, sino la vida, la que me enseñó a aceptar que la esperanza y los sueños son una parte del cambio, que la sociedad es una barrera muy dura y que sólo podemos aspirar a derrumbarla si actuamos sobre ella o sobre cómo la percibimos... y a un precio que, muchas veces, no estamos dispuestos a pagar.

El propio suicidio de Robin Williams nos escupe a la cara que, desgraciadamente, no sólo vale con los sueños y con aprovechar el momento. Existe la pobreza, existe el dolor crónico, existen las obsesiones, el desempleo, el frío, la economía, el cáncer... y todo ello se pueden aliviar pensando en positivo, buscando lo bueno de cada cosa (porque, como argumentábamos hace unos días en una consulta, hasta la muerte tiene su lado positivo). Y hay algo que debemos tener claro, no todo es positivo, sin embargo, todo lo que pasa es siempre lo mejor que podría haber pasado, y como tal hay que tomarlo.

Ahora estamos con la creencia del "todo está en ti" y eso se ha convertido en una especie de religión; las redes sociales se llenan de frases sobre límites que no existen y algunos nos pretenden vender falsas esperanzas. Y después de días, semanas y meses de repetir las mismas ideas, se ha conseguido que buena parte de la gente piense que cualquier cosa es posible si uno lo desea con todas sus fuerzas... pero no olvidemos algo importante: hay mucho más allá de querer, hay que reconocer nuestros límites y saber nuestras carencias. Hay que saber mirar hacia dentro, redescubrirnos, desaprender y volver a aprender... hay que saber hacerlo, y cuando no sabemos o no podemos, podemos dejarnos guiar...

Y ahora hazte una pregunta... ¿cuánto estarías dispuesto a pagar por ser más feliz?. Sorprendente, descubre otra forma de ver el mundo, sé más feliz.

AVANZA-EVOLUCIONA.



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